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Una Gran Aventura: La Muerte XIV

Publicado en por Marianela Garcet

1.      Aprender, antes de dormirse, a retirar la concien­cia a la cabeza. Esto debe practicarse definidamente como un ejercicio al entrar en el sueño. No deberían permitir deslizarse en el sueño, sino man­tener la conciencia intacta hasta pasar consciente­mente al plano astral. Debería intentarse el relajamiento, la cuidadosa atención y una constante atrac­ción hacia el centro de la cabeza, porque mientras el aspirante no haya aprendido a ser consciente de todos los procesos del sueño y a mantenerse al mismo tiempo positivo, resulta peligroso este trabajo. Los primeros pasos deben darse con inte­ligencia y seguirse durante muchos años, hasta hacer con facilidad el trabajo de abstracción.



2.      Anotar y vigilar todos los fenómenos relacionados con el proceso de retiro, ya sea durante el trabajo de meditación o al dormir. Se hallará, por ejemplo, que muchas personas despiertan sobresaltadas inmediatamente después de dormirse. Esto se debe a que la conciencia no se desliza por la trama que está bien abierta, sino por un orificio parcialmen­te cerrado. Otros podrán oír un chasquido violen­to en la región de la cabeza. Es causado por los aires vitales en la cabeza, que generalmente no percibimos, producidos por una interna sensibili­dad auditiva que causa percepción de sonidos siem­pre presentes, pero normalmente no registrados. Otros verán una luz cuando están por dormirse, nubes de colores o banderas y gallardetes de color violeta; éstos son todos fenómenos etéricos, sin real importancia, y se relacionan con el cuerpo vital, las emanaciones pránicas y la trama de luz.




Efectuar esta práctica y seguir estas cuatro reglas durante años, facilitará grandemente la técnica del le­cho mortuorio, porque el hombre que ha aprendido a manejar su cuerpo cuando está por dormirse, tiene una ventaja sobre quien nunca ha prestado atención al pro­ceso.




En relación con la técnica de morir sólo me es posi­ble ahora hacer una o dos sugerencias. No me ocupo aquí de la actitud de los atentos vigías, sino de esos puntos que harán más fácil el paso del alma transeúnte.




Primero, se debe guardar silencio en la habitación. Esto con frecuencia se hace. Se ha de recordar que la persona moribunda está por lo general inconsciente. Esta inconsciencia es aparente, no real. De novecientos casos sobre mil hay percepción cerebral, con plena con­ciencia de lo que ocurre, pero existe parálisis completa de la voluntad para expresarse y total incapacidad para generar la energía indicadora de vida. Cuando el silencio y la comprensión reinan en la habitación del moribun­do, el alma que parte, puede retener con claridad la po­sesión de su instrumento hasta el último minuto y hacer la debida preparación.




En el futuro, cuando se sepa más sobre los colores, sólo se permitirá la luz anaranjada en la habitación de un moribundo, siendo instalada con una ceremonia apro­piada cuando no haya posibilidad de restablecimiento. El color anaranjado ayuda al enfoque en la cabeza, así como el rojo estimula el plexo solar y el verde tiene un efecto definido sobre el corazón y las corrientes de la vida.




Ciertos tipos de música se utilizarán cuando se conoz­ca algo más en conexión con el sonido, pero aún no existe ninguna música que facilite el trabajo del alma al abstraerse del cuerpo, aunque se descubrirá que cier­tas notas del órgano son efectivas. En el momento exac­to de la muerte, si se emite la misma nota de la per­sona, se coordinarán las dos corrientes de energía y eventualmente se cortará el hilo de vida, pero este cono­cimiento es demasiado peligroso para transmitirlo y sólo podrá darse más adelante. Quisiera indicar el porvenir de los futuros estudios esotéricos y las líneas que de­berán seguir.



Se encontrará que la presión sobre ciertos centros nerviosos y arterias, facilitará el trabajo. (Esta ciencia de la muerte es mantenida en custodia en el Tíbet, como lo saben muchos estudiantes.) Presión sobre la vena yugular y sobre ciertos grandes nervios en la región de la cabeza y en un punto especial de la médula oblongada, será muy útil y efectiva. Más tarde se elaborará ine­vitablemente una ciencia definida de morir, pero sólo cuando la existencia del alma sea reconocida y su rela­ción con el cuerpo haya sido científicamente demos­trada.


También se emplearán frases mántricas y serán defi­nidamente construidas en la conciencia de la persona moribunda por quienes la circundan, o serán empleadas deliberada y mentalmente por él mismo. Cristo de­mostró su empleo cuando exclamó: "Padre, en Tus ma­nos encomiendo Mi espíritu". Y tenemos otro ejemplo en la palabras: "Señor, ahora dejarás a Tu ciervo irse en paz". El constante uso de la Palabra Sagrada ento­nada en voz baja o en una nota especial (a la cual res­ponda la persona moribunda), podrá más adelante cons­tituir una parte del ritual de transición acompañado con unción de aceite, según se practica en la Iglesia Católica. La extremaunción tiene una base oculta científica. La ci­ma de la cabeza del moribundo debería también simbó­licamente estar hacia el este y las manos y los pies cru­zados. Debería quemarse en la habitación sólo madera de sándalo y no permitirse ninguna otra clase de incien­so, porque la madera de sándalo es el incienso de primer rayo o destructor, y el alma está en proceso de destruir su morada.


Esto es todo lo que puedo comunicar por ahora sobre el tema de la muerte, para la consideración del público en general. Pero les suplico activar en lo posible el estu­dio de la muerte y su técnica y llevar adelante la inves­tigación oculta sobre este tema. (4-365/8)




(tomado de: Una Gran Aventura: La Muerte


Por el Maestro Tibetano
Djwhal Khul


(Alice A. Bailey)


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